Masificación del manga

El triunfo de las revistas de manga acabó con el Kamishibai, y muchos de sus autores se refugiaron en el sistema de bibliotecas. Las revistas de manga eran todas infantiles y las bibliotecas encontraron su nicho creando un manga orientado hacia un público más adulto: el gekiga. Abandonaron el estilo de Disney por otro más realista y fotográfico y se abrieron a nuevos géneros más violentos, escatológicos o sensuales como el horror, las historias de samuráis, los mangas sobre yakuzas, el erotismo, etc.

Con el auge económico, el pueblo japonés necesitaba una mayor producción de manga. Debido a esta demanda, una de las principales editoras de libros, Kōdansha, comenzó a inquirir en el mercado de las revistas en el año 1959.

Su título Shōnen Magazine cambió la pauta de periodicidad mensual a semanal, multiplicando la producción e imponiendo a los autores el estajanovismo, aunque esta vez con sueldos millonarios. Pronto, otros grupos editores como ShueishaShōgakukan o Futabasha se le unirían. Este sistema de producción sacrificaba el color, la calidad del papel y la sofisticación temática, llevándose también de paso la crítica política, pero aumentaría vertiginosamente las ventas hasta cifras astronómicas y con ellas los beneficios empresariales, convirtiendo al manga en el medio de comunicación más importante del país

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